martes, 20 de octubre de 2020


 

LA LEYENDA DEL CONDE NEGRO DE SEVILLA

Paseando por la ciudad, encontramos por  de  San  Roque,  una  calle abandonada  y  sucia,  de  feísimos  edificios,  habitados  por  los  descendientes  de  aquellos  Repolidos  y  Maniferros de  que  habla  Cervantes en sus obras transcurridas en la Sevilla capital del comercio de indias,  la  cual  lleva  el  nombre de la leyenda que contamos encabezado de estas  líneas  en  memoria  de  un  singular  personaje  que  allí  tuvo  su  residencia  a  fines  del  siglo  XV. 

Cuentan los cronistas de la época que  era  muy  general  en  Sevilla  en  aquel  tiempo  la  venta  de  esclavos  negros,  los  cuales  para  su  servicio  tomaban  los  principales casas señoriales de la ciudad , a  esto  se  debía  el  que  se  encontrasen  en  nuestra  ciudad  muchos  negros,  que  solían  juntarse  los  días  festivos  por  los  alrededores  de  la  puerta  del  Osario  en  compañía  de  sus  mujeres  e  hijos,  celebrando  con  la  mayor  fruición  bailes  y  tertulias  al  aire  libre,  según  sus  usos  y  costumbres de la época.

No  se  molestaba  aquí  a  los  negros  como era común en  otras  poblaciones castellanas;  antes  al  contrario,  tratábaseles  con  mucha  benignidad y estaban bien mirados y cuidados,  y  el  arzobispo  don  Gonzalo  de  Mena,  que  tuvo  por  ellos  gran  simpatía,  les  facilitó  medios  para  que fundasen una  hermandad, la cual comenzo a salír en procesión con sus  imágenes  el  Viernes  Santo. Con el tiempo comenzaron también a ser protegidos  por  el  Cardenal  Solís  y  otros  personajes  de  influencia  y  categoría de la ciudad. 

Solían  casi  siempre  los  negros  corresponder  a  los  favores  y  mercedes  que  les  dispensaban sus señores y las autoridades mostrándose humildes y poco molestos;  y  para  que  entendiera  en asuntos y pleitos de poca monta nombraron los Reyes  Católicos  en  1475  a  un  individuo  de  la  misma  raza,  que  es  de  quien  voy  a  ocuparme.

Fue  éste  un  negro llamado  Juan  de  Valladolid, hombre  de  templado  carácter,  de  edad  madura, y muy con fama de cabal entre los suyos, este Juan de Valladolid había  seguido  a  la  Corte  en  gloriosas  jornadas  dando repetidas muestras de lealtad a la corona y  pruebas  de  valor  y  singular  tacto,  que  fueron  apreciadas  por  los  Monarcas,  quienes  en  cédula  de  8  de  noviembre  del  citado  año  de  1475  le  decían: 

 

«Por  los  buenos  é  leales  servicios  que  nos  habéis  fecho  y  cacéis  cada  día,  porque  conocemos  vuestra  suficiencia  y  habilidad  y  disposición,  facemos  vos  mayoral  é  juez  de  todos  los  negros  é  loros libres  o  cautivos  que  están  o  son  cautivos  é  horros  en  la  muy  noble  y  muy  leal  ciudad  de  Sevilla  é  en  todo  su  Arzobispado,  é  que  no  puedan  facer  ni  fagan  los  dichos  negros  y  negras,  loros  y  loras,  ninguna—  77—  fiesta  nin  de  entre  ellos,  salvo  ante  vos  Juan  de  Valladolid...  y  mandamos  que  vos  conozcáis  de  los  debates  y  casamientos  y  otras  cosas  que  juzgado  entre  ellos  hubiese,  é  non  otro  alguno,  por  cuanto  sois:  persona  suficiente  para  ello,  ó  quien  vuestro  poder  hubiere,  y  sabéis  las  leyes  y  ordenanzas  que  deben  tener,  é  nos  somos  informados  que  sois  de  linaje  noble  entre  los  dichos  negros.» 

Tomó  posesión  del  cargo  Juan  de  Valladolid  y  estableció  su  residencia  en  una  casa  de  la  calle  de  Santa  Cecilia,  que  es  la  misma  que  hoy  tiene  el  título  del  Conde  Negro,  pues  así  fue como en los mentideros de la ciudad y por los de su misma raza fue conocido. 

No  resultaron exageradas  por  los  hechos  las  palabras  que  en  su  cédula  dedicaban  los  Reyes  Católicos  a  Juan  de  Valladolid,  pues  éste,  obrando  con  singular  astucia,  y  ajustándose  a  la  más  puntual  justicia,  desempeñó  su  empleo  con  toda  satisfacción  y  demostrando  palpablemente  las  buenas  dotes  que  poseía. 

Pocas  son  las  noticias  biográficas  que  del  Conde  Negro  se  han  conservado  hasta  nuestros  días,  ignorándose  con  exactitud  la  fecha  de  su  muerte,  que  se  supone  ocurrida  en  los  comienzos  del  siglo  XVI,  sin  que  tampoco  se  sepa  el  lugar  donde  recibió  sepultura,  y  otras  circunstancias  particulares  que  de  seguro  ofrecerían  gran  interés  ahora. 

Cuenta  la  tradición  que  la  casa  donde  vivió  Juan  de  Valladolid  era  entonces  de  gran  amplitud  y  buen  aspecto  y  corresponde  a  la  señalada  más  tarde  con  el  número  30,  la  cual  conservó  largos  —78—  años  en  cierto  hueco  de  su  fachada  una  cabeza  de  barro  que  se  tenía  por  auténtico  retrato  del  famoso  Mayoral  de  los  negros.

  En  este  edificio  tenía  el citado  Conde negro  su  tribunal,  ante  el  que  concurrían  a  diario  multitud  de  negros  y  negras  a  ventilar  sus  cuestiones  y  a  resolver  sus  disputas,  las  cuales  era  oídas  con  gran  calma  y  flema  por  Juan  de  Valladolid,  quien,  representando  con  toda  gravedad  su  importante  papel,  después  de  escuchadas  ambas  partes,  solía  dirigir  una  larga  arenga  a  los  que  litigaban,  condenando  luego  allí  mismo  a  aquellos  que  lo  merecían. 

Varias  anécdotas se conocen del  Mayoral  y  juez  de  los  negros,  así  como  algunos  actos  de  justicia  por  él  practicados,  que  corren  todavía  en  boca  de  las  gentes de la ciudad,  las  cuales  suelen  atribuirlos  a  otros  personajes  que  nada  tiene  que  ver  con  Juan  de  Valladolid. 

Presidía  éste  todos  los  domingos  los  festejos  que  sus  gobernados  celebraban  en  las  afueras  de  la  puerta  de  Carmona,  y  para  ello  se  colocaba  en  un  estrado,  desde  el  cual  daba  las  órdenes  oportunas  y  que  creía  más  convenientes  para  el  buen  orden  de  los  bailes,  de  los  coros,  de  las  máscaras  o  de  la  diversión  que  se  estuviera  celebrando. 

Célebre  fue  Juan  de  Valladolid  y  célebre  es  también  la  calle  donde  tuvo  su  residencia,  en  la  cual,  como  dije  al  principio,  se  han  refugiado  los  descendientes  de  aquellos  originales  tipos  que  tanto  renombre  dieron  en  otros  siglos  a  la  Macarena,  a  la  Costanilla  y  a  la  Morería.

 

domingo, 21 de junio de 2020

LA CURIOSA TRADICION Y LEYENDA DE LA TUMBA DEL NEGRO DE LA IGLESIA DE SANTA ANA

Entrando en la parroquia de Santa Ana y paseando por su nave lateral derecha veras una curiosa lapida de azulejos rodeada por una reja de forja, esta lapida esconde una de las leyendas mas desconocidas de la ciudad y a su vez una larga tradiccion de las solteras del barrio de Triana.
Empecemos con la leyenda. "Esta figura y sepultura es de Iñigo Lopez...En el año del señor 1503". Asi reza escrito en la cenefa que rodea la lapida, dicha lapida es obra de Francisco de Niculoso, tambien conocido como Niculoso Pisano, famoso ceramista italiano, y precursor del renacimiento en Sevilla. La lapida permanecio oculta tras un altar hasta el siglo XIX y desde entonces fue objeto del misterio, naciendo asi su leyenda.
Dice la leyenda que durante el invierno de 1842 un famoso azulejero del barrio acudio a Santa Ana  a dar gracias a la patrona por sanar de una larga y dura enfermedad, estando este orando frente al altar de las animas benditas del pulgatorio (actual altar de la virgen del Carmen) aparecio de la nada un anciano que le dijo señalando el altar de Santa Cecilia..."ahi se encuentra un esclavo asesinado por el marquez de...." . Al girar la cabeza descubrio con miedo que no habia ya nadie. Castro que asi se llamaba el alfarero volvio sobre sus pies y muy asustado hasta su taller.
Pasadas algunas semanas este decidio volver a rezar al mismo lugar, mientras lo hacia alguien lo zarandeo, al volver la cabeza vio de nuevo al mismo anciano, que le decia Castro debes comunicarlo urgentemente al parroco. Esta vez Castro si decidio acudir al parroco a contar lo sucedido, obteniendo de este solo burlas y risas. Pronto esta historia corrio por el barrio como la polvora. Pasados los años y habiendo fallecido el alfarero, se realizaron unas obfras de restauracion de dicho altar, descubriendose tras ellas la lapida de "el negro", volviendo al recuerdo del parroco aquellas palabras de Castro. Tanto es asi que decidio el parroco retirar para siempre el altar que cubria dicha lapida e investigar la identidad del propietario de la lapida. Las investigaciones dieron como fruto que pertenecia a un tal Iñigo Lopez.
Dice la leyenda que el tal Iñigo Lopez que recibe sepultura bajo la lauda ceramica, es en realidad un esclavo que habia sido asesinado por un marquez, el malogrado esclavo era un indio llegado de America con el sobrenombre de "el negro", y que fue el mismisimo Cristobal Colon quien lo mando para Sevilla, donde entro en el convento de San Francisco, adoptando el nombre de Iñigo Lopez y del cual el misterioso marquez se encapricho. Sacandolo del convento para asi ponerlo a su propio servicio, un buen dia el marquez intento violarlo, Iñigo se nego, lo que provoco que el marquez en un ataque de ira acabara con su vida. Desde 1503 esta enterrado como un noble en la parroquia de Santa Ana y bajo la lapida del famozo azulejista italiano.
Aqui es donde entra la tradiccion, pues desde que fue descubierta la leyenda, las solteras de Triana acuden a dicha lapida a dar siete patadas para de esta manera poder encontrar marido. Al parecer con el tiempo a las solteras no solo tuvieron suficiente con dar las patadas,  si no que con el tiempo comenzaron a darlas a la verja que se pusiera para protegerla, con lo cual en 2016 y con mpotivo del 750 aniversario de Santa Ana la sepultura debio ser restaurada de nuevo.

martes, 16 de junio de 2020

LA LEYENDA DEL TORREON DEL DUENDE .
Existe en Sevilla insertado en la muralla que rodeaba la ciudad,  y a mitad de camino entre la puerta de Cordoba y la puerta de la Macarena , un torreon llamado EL TORRREON DEL DUENDE.
En tiempos este torreon atemorizaba a gran parte de los habitantes de la ciudad, pues se decia que alli tenia su morada el diablo Cascarrabias . Cuenta la leyenda que entre sus muros fallecio durante tiempos de la reconquista un judio avaro y enemigo de todo cristiano, tal es asi que este se encomendo al mismisimo satanas , pidiendole a este y a cambio de vender su alma un diablo para su propio beneficio, con el que cometeria todo tipo de fechorias hacia los cristianos de la ciudad.
Este diablo tenia por nombre El Rascacarrabias.
Cuenta la leyenda , que al morir el judio,  Rascarrabias decidio quedarse en el lugar durante cientos de años , guardando el cadaver del judio durante todo ese tiempo.
Mediados el siglo XVI este diablo aburrido ya de sus fechorias en la ciudad decidio abandonar el torreon sin que nunca mas se volviera a tener noticias de el.
La gente de la ciudad empezo a notar entonces otra presencia, esta presencia tenia apariencia de duende, poniendele la gente del entorno el sobrenombre del duende Narilargo. Este tomo por costumbre que al dar la media noche en el reloj de la catedral salir a dar paseos por la muralla de la ciuda, esto lo hacia envuelto en habito negro y cubierto por una gran capucha que le cubria el rostro , y coronado por una corona que desprendia resplandor, por la capucha solo le  asomaba una prominente nariz, de ahi su apodo.
Durante sus largos paseos por las alemenas de la muralla el duende proferia terribles alaridos y lamentos , esto hacia que todo el que lo escuchaba se estremeciera de terror , haciendo que nadie de la ciudad rondara el entorno durante las horas de la media noche.
Las noches de tormentas del torreon salian alaridos y canticos ininteligibles, unidos a luces rojas y humo que asomaban por los ventanales del torreon.
El duende tomo mucho cariño al torreon y a su entorno , no queriendo por ello abandonar su morada. Se contaba que toda desgracia acurrida en el lugar tenia que ver con el duende y ni exorcismos ni rezos conseguian que este abandonara el lugar.
En cierta ocasion un grupo de monjes pertenecientes al cercano convento de la Trinidad intentaron acceder al torreon para mediante exorcismo expulsar al duende, siendo recibidos por este con una lluvia de piedras , lo cual hizo que los duende tomaran el camino del convento magullados y con el rabo entre las piernas.
Cerca de 200 años estuvo el monje con su apego al torreon y al barrio de la Macarena sin que nadie volviera a osar molestarlo. Un buen dia el duende desaparecio de la noche a la mañana al igual que lo hiciera el diablo Rascarrabias, todo esto despues de haber prestado un gran servicio a contrabandistas y malhechores de toda ralea tomaran veneficio de ello , pues aprovechaban la nula presencia de alguaciles en la zona, por miedo a la presencia de Narilargo. Dice la leyenda que el propio Nardaga , un contrabandista famoso en la epoca, hizo gran amistad con el duende .
Con el tiempo y el paso de los años la gente de La Macarena empezo a borrar de su memoria las presencia de tan terribles moradores que tuviera las torre, pero nunca quisieron ni ellos ni autoridares de la ciudad la reutilizacion de esta , siendo este el motivo del gran estado de abandono con el que llega hasta casi nuestros dias la que fuera la morada de Rascarrabias y Narilargo.